lunes, 21 de enero de 2008

The Debaters

“The Great Debaters” es una historia de perseverancia y heroísmo. De resistencia y denuncia; de sacrificios, prejuicios y razón.

Estados Unidos. Corre el año 1935. El presidente Roosevelt, conduce la segunda fase de lo que llamó el “Nuevo Trato”. Es el año en que se establece el Seguro Social y el movimiento obrero tiene una efervescencia visceral bajo el Wagner Act. Sin embargo, las uniones discriminan y excluyen a la población negra. Y el Nuevo Trato no aplica a los empleos agrícolas ni al trabajo doméstico, lo que implica una exclusión adicional. Los negros desean sus derechos como ciudadanos, sobre todo, el derecho de llevar el pan a la mesa. Es una era donde la población afro-americana tiene un ochenta por ciento de desempleo, mientras que la población blanca un diecisiete. Buscan una integración real y un mejoramiento en las condiciones sociales y económicas. El germen de la lucha por los derechos civiles principia.

Esta es la época de The Great Debaters. Su arena, sin embargo es la academia. La historia cuenta los logros de cuatro estudiantes de Wiley College, colegio universitario cuya matrícula es principalmente de afro-americanos. Allí, el profesor Melvin Tolson organiza un equipo oradores para debatir ante otras entidades académicas. Para ello recluta cuatro estudiantes brillantes. Tres varones y una mujer.

La ambientación de la película es excelente. Modas, autos, geografía y música. Todas a la par con la época. En cuanto a las actuaciones, Denzel Washington caracteriza a Tolson. Como siempre completa bien su oficio. Forrest Whitaker como siempre se luce sobresalientemente. Y el joven Denzel Whitaker, que interpreta a James Farmer Jr., realiza su tarea con un esmero convincente y profesional. Realmente todas las actuaciones dejan una buena impronta. En conjunto producción y actuaciones producen un buen resultado. Una historia creíble que se deja disfrutar.

El profesor Tolson quien eventualmente fue reconocido como un insigne poeta, sirve de inspiración a sus estudiantes. Los oradores se abren paso desde el pequeño colegio para enfrentar los equipos de oratoria más prestigiosos de la nación. Pero su camino esta pavimentado de racismo, prejuicio y conflictos. Algo que no debe pasarse por alto es el tratamiento dado al uso de la razón, sobre la violencia. El contraste entre las acciones guiadas por el prejuicio y las soluciones alcanzadas por la razón le añaden intensidad y ansiedad a la película. Es un entrelínea contundente y ejemplarizante.

Luego de sonadas conquistas en el Sur de los Estados Unidos, la universidad de Harvard los invita a un debate de oratoria. El duelo expondrá una discusión muy interesante sobre el uso de la desobediencia civil como método de lucha. ¿Quien prevalecerá en dicho debate? No se la pierda, es buen cine.

sábado, 19 de enero de 2008

Un hombre silencioso

El 25 de diciembre de 1936 Jorge Luis Borges escribió sobre el silencio literario (y literal) de un escritor argentino. Efeméride al sigilo de un autor cuya última obra era un volumen de poemas –sonetos- titulado La Urna. El libro fue publicado en 1911, por lo que Borges glosaba una ausencia de veinticinco años. El autor de aquellos poemas, a pesar de estar en “posesión de maestría ilimitada”, prefirió callar su pluma. Aun después de cinco lustros la obra conservaba una contemporaneidad clásica. “Un libro nuevo” lo llamó Borges aunque ya llevaba veinticinco años publicado en el 1936.

De pronto me doy cuenta que vivo en el 2008. Han transcurrido setenta y dos años desde que Borges apostilló su comentario y noventa y siete años desde que La Urna abandonó la imprenta. El artículo de Borges me parece actual y vibrante a pesar de haberse escrito, más o menos, cuando nació mi madre. Ese estilo depurado y erudito. Bueno, es Borges.

Confrontar al autor que enmudeció hace noventa y siete años es entonces mi próximo paso. Se llama Enrique Banchs y escribió toda su obra entre el 1907 y el 1911. Su último libro lo escribió a los veintitrés años. Banchs nació en el 1888. Alguna cábala debe haber rodeado a los que nacieron en ese año. Falleció en 1968.

Inicio la búsqueda que me conduzca a su obra. Y encuentro, felizmente, muchos de los versos incluidos en La Urna. Los consumo con un apetito curioso. Veo sus formas, su texto, y su verbo. Un genio de 23 años, cuya obra tiene noventa y siete y el eco de su poesía llega por accidente vía una crítica literaria que tiene setenta y un años. Interesante albur. Quedo convencido que los poemas de Banchs son imperecederos. Acá divulgo unos cuantos.

I
Entra la aurora en el jardín; despierta
los cálices rosados; pasa el viento
y aviva en el hogar la llama muerta,
cae una estrella y raya el firmamento;
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canta el grillo en el quicio de una puerta
y el que pasa detiénese un momento,
suena un clamor en la mansión desierta
y le responde el eco soñoliento;
---
y si en el césped ha dormido un hombre
la huella de su cuerpo se adivina,
hasta un mármol que tenga escrito un nombre
---
llama al Recuerdo que sobre él se inclina...
Sólo mi amor estéril y escondido
vive sin hacer señas ni hacer ruido

-----
II
Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.
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Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa que en el vaso agonizante
también en él inclina la cabeza.
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Si hace doble al dolor, también repite
las cosas que me son jardín del alma.
Y acaso espera que algún día habite
---
en la ilusión de su azulada calma
el Huésped que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas.

lunes, 14 de enero de 2008

Yerba Bruja...y su hechizo

Un minúsculo espacio es todo lo que necesita un grupo de artistas para ofrecer una creativa exposición titulada “Sobre la Mesa”. Esa es la propuesta del Taller Yerba Bruja, una factoría de alucinaciones en el casco de Río Piedras.

Confieso que mi visita fue la primera y decididamente no la última. Adoro el arrojo creativo y Taller Yerba Bruja es un fiel testimonio de ello. Sobre la Mesa es una simpática oferta de carácter iconoclasta. Un circuito de mesas, enajenadas la una de la otra por telones que definen un pequeño espacio, y en el que grupos de personas de seis en seis, disfrutan de breves obras interpretadas con títeres.

Las obras parecen sencillas pero su contenido y entrelínea provocan la reflexión, a pesar que de primera intención son divertidas. Ciertamente son pasillos hacia algo más profundo.

Una de las presentaciones, tiene una familia diminuta sentada a la mesa, mientras una casetera reproduce la conversación estereotipada y cierta, que se repite generación tras generación entre algunas de nuestras familias. Regaños, recriminaciones y chantajes -obviamente bajo el terrible manto del amor familiar- a la hora de la comida. Sencillamente genial.

En otra estación se presenta una gran historia de amor. Un par de zapatos que se conocieron durante un baile. En seis minutos y ante nosotros discurre la vida de la pareja hasta un desenlace de película. Quien pudiera pensar que de un calzado surjan dos caracteres de distinto genero y enamorados entre sí. Único.

Como si fuera poco, dos herramientas de cocina constituyen una familia de metiches. Sus conversaciones las hemos escuchado antes. Su olfato y afición al chisme surge natural y es muy comprensible, desde el punto de vista de entender por supuesto, su existencia.

Todo esto ocurre Sobre la Mesa. Parte del entretenimiento es moverse entre un laberinto con paredes de tela, dirigiéndose de estación en estación para disfrutar cada una de las breves obras. En fin, un milagro creativo propio del hechizo de una bruja. De Yerba Bruja, por supuesto

sábado, 12 de enero de 2008

El Regreso del Angel
Falleció el poeta Angel González. Se ha ido a derramar su inspirada tinta a otros lugares. Ojalá, en eso que llaman la otra vida, nunca pierda esa inspiración tan certera. Asturiano y profesor de literatura, es uno de los poetas de la generación del 50. Recibió el premio Príncipe de Asturias en 1985. Fue en ese año la primera vez que leí uno de sus escritos.

Por lo pronto, de las letras que acá convirtió en poemas, extraigo una pequeña pero suculenta muestra.

Siempre lo que quieras
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo,
pero luego no digas que no sabes lo que haces.
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Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
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Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.

A mano Amada

A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
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allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
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los recuerdos me asaltan.
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Unos empuñan tu mirada verde, otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!, me reclaman.
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Reconozco los rostros. No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para very siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.

Me He Quedado Sin Pulso
he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón de desaliento.
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No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.
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Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.
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Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.

jueves, 10 de enero de 2008

el insomnio

Hace aproximadamente 25 años leí un corto poema de Jorge Luís Borges. En aquella época conciliaba mi sueño sin problemas. Varios lustros más tarde vino a mi memoria aquellos módicos versos. Hoy, que desde hace unos días a penas duermo, quiero evocarlo. El buen sueño, de repente, se ha hecho algo bueno de antaño.

¿Qué es el insomnio?
La pregunta es retórica; sé demasiado bien la respuesta.
Es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales,
es ensayar con magia inútil una respiración regular,
es la carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado,
es apretar los párpados,
es un estado parecido a la fiebre y que ciertamente no es la vigilia,
es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya muchos años,
es saberse culpable de velar cuando los otros duermen,
es querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño,
es el horror de ser y de seguir siendo,
es el alba dudosa.

miércoles, 9 de enero de 2008

Tiene ya 87 años y aunque sin parentesco, me duele saber que esté en una unidad de cuidado intensivo: Mario Benedetti. A decir verdad su obra es como un mapa hacia lo mejor. Un faro que lleva a la inspiración, y como las frases absolutas son una mascara demasiado transparente aquí reproduzco uno de sus poemas que muy bien sirve de despedida:

Chau.
Te dejo con tu vida
tu trabajo tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
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Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
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Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
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Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
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Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
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Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
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Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
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Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
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Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.