martes, 26 de febrero de 2008

Amnesia

El cierzo sutil que llegó entre diciembre y enero se metió entre mis huesos. Entonces las noches fueron más que frescas, frías; más que frías, solitarias; más que solitarias, tristes.
Aquel aquilón, sorpresivo y que aun no comprendo, me llevó a buscar explicaciones que nunca encontré. Sin embargo, hallé una canción de esas que arañan sentimientos. Llevaba días intentando recordar el nombre y la letra y al fin di con su letra y su nombre: Amnesia.
La canción la interpreta José José, a quien por coincidencia llaman “el triste”. Reproduzco la letra e incluyo un lugar para quien la quiera escuchar.

Usted me cuenta que nosotros dos
fuimos amantes
y que llegamos juntos a vivir
algo importante
****
Me temo que lo suyo es un error
yo estoy desde hace tiempo sin amor
y el último que tuve fue un borrón
en mi cuaderno
****
Usted me cuenta que hasta le rogué
que no se fuera
y que su adios dejó a mi corazón
sin primavera
****
Que anduve por ahí de bar en bar
llorando
sin podérmela olvidar
gastándome la piel en recordar
su juramento
****
Perdón, no la quisiera lastimar
tal vez, lo que me cuenta sea verdad
lamento contrariarla pero yo
No la recuerdo...
****
Que anduve por ahí de bar en barl
lorando sin podérmela olvidar
gastándome la piel en recordar
su juramento
****
Perdón, no la quisiera lastimar
tal vez, lo que me cuenta sea verdad
lamento contrariarla pero yo
No la recuerdo...

Esa visita inoportuna

Un día toca a las puertas de tu sueño, como una visita inoportuna y no queda otro remedio sino abrírselas de par en par.
Después de las doce. Antes de las seis. A esa hora llega. Se enclava en medio de tu mente. Como el imprudente que permanece en el centro de la sala, a pesar de suplicarle que se marche.
Tienta la conciencia e inicia el desgrane de ideas. Te conversa e interroga.
Con una magia cósmica retrasa las manecillas del reloj. Es su mejor tortura. La que con mayor encono inflige. Buscas los remedios, las curas, los conjuros y nada lo espanta. Los párpados quedan perplejos. La boca se te seca. Y a ratos miras fijamente en una oscuridad donde poco alcanzas ver. El inventario de sonidos es corto. Tu respiración, alguno que otro coche, tus parpados, las vísceras hambrientas y a veces los latidos del corazón. Vuelves tu cuerpo hacia un flanco. Vuelves tu cuerpo hacia el otro. El ombligo recorre cuatro puntos cardinales y todas las latitudes de la cama. Estás solo. Solo con Insomnio. Solo los dos. Solo uno.