jueves, 12 de agosto de 2010

Microcuento... Ojos en el Espejo.

Cinco de la mañana. Suena el despertador. Apretó los puños asiéndose a la sábana en una contracción involuntaria.  Los ojos entreabiertos confirmaron la oscuridad que ya cedía su espacio a una lánguida y brumosa luminiscencia. Su primer pensamiento yace a su lado. El día se va entrometiendo con todo y alba por las ventanas. Como hábito glorioso, el recuerdo de un café le reclama. Sin embargo, ningún vecino ha madrugado tanto. Así que el aroma del café llegará más tarde. Como una visita inoportuna, la necesidad de orinar también se insinúa.

Se voltea de un zarpazo sobre la cama, e inicia la extrapolación de sus extremidades hacia el piso. Las losetas están frías y se sienten agradables en la planta de sus pies, más frías aún. Como si levitara, como si se acostumbrara nuevamente a caminar, un ligero desequilibrio le incita hacia la izquierda; al dar su segundo paso, el mismo desequilibrio le lleva a la derecha. Así sucesivamente y más o menos, como un péndulo que deambula en línea recta. Empujó la puerta del cuarto de baño, y se fue derechito a la poceta. Dio un movimiento lateral al lado opuesto de su corazón. Luego se inclinó hacia el lavamanos. Lentamente, su mirada que está fijada al desagüe del lavado, va en ascenso; sube por la porcelana blanca del aguamanil, recorre los grifos, luego las losetas de color crema adheridas a la pared, hasta encontrar el espejo. Un pánico a lo inusual lo golpea.Volteó de súbito y observó hacia la cama. Con ganas de llorar regresó la vista al espejo. Al tropezarse con aquellos ojos, se dio cuenta que ese día jamás despertaría.