lunes, 1 de febrero de 2010

Haití y la Verguenza Ajena.

Es curioso. Una periodista, que otrora sostuvo una relación amorosa con un médico, ha causado revuelo cuando denunció, socolor de indignidad, la divulgación de una serie de fotos que muestra parte de un equipo de galenos que fueron a la desdichada República de Haití a brindar mucho más que primeros auxilios.

La periodista arremete contra los doctores por su insensibilidad al posar o tomar las fotos. No es casualidad que uno de los fotografiados fue su pareja y que la relación no culminó en buenos términos, según trascendió en la prensa. No al momento de las fotos, sino antes. La información fue suministrada en un periódico que ha dado tinta y papel a raudales a la controversia. Surge además del mismo periódico que, una vez se verificó la relación de la periodista y el médico, la periodista no pudo ser contactada para expresarse al respecto y aparentemente no ha querido manifestarse en la prensa, como hizo antes, antes de que se supiera que uno de los doctores habia sido su pareja. Esto, de alguna manera matiza, el análisis sobre las razones que pudo haber tenido la joven periodista.

La queja de la comunicadora expuso la existencia de las fotografías y su indignación por ellas estableció el tono del debate y la opinión pública con una lamentable baja: la reputación de una clase profesional indispensable para brindar ayuda a los haitianos.

Las fotos realmente dicen muy poco: un médico con una segueta muestra la herramienta como tratando de consolarse a si mismo, ante la falta de equipo, para cortar un tornillo utilizado en un paciente. El cuerpo de una víctima semidesnuda, luego de ser tratada y sin que su rostro pueda ser identificado; varias fotos de médicos con su tradicional uniforme verde (dudo que ante las circunstancas hubieran podido cargar con su ajuar de invierno) posando risueños con uno que otro vaso o botella de cerveza y otras fotos de médicos sosteniendo rifles y escopetas pertenecientes a soldados dominicanos que de paso, también posan en la foto. Dicen muy poco las fotos. El qué, cómo, cuándo, dónde, quién, cuál y porqué no se desprende de las mismas y mucho menos de la expresión de la periodista. Si las fotos son feas. Carecen de valor creativo e incluso estan realizadas con muy poco gusto. Sin embargo no encierran la insidia ni la mofa. Estas son producto más bien de una posición de la periodista que decidió, a través de su análisis desinformado, endilgarles dichas características.

La columna de la periodista por alguna razón ocasionó que se interpretaran las fotos como una mofa y una desconsideración, por parte de los médicos, en un momento de tan terrible dolor. Nada dijo de las jornadas sin dormir y con poco alimento; la incomodidad y la falta de equipo y también hubo silencio sobre las vidas rescatadas y aquellas que no tuvieron tanta suerte a pesar de los esfuerzos. Y no podía decir nada sobre ello porque no le constaba de primera mano. No consultó fuentes ni verificó la información que solamente entró por sus ojos. Apuesto que tampoco pudo imaginar el descrédito que ocasionó su columna, matizada por el despecho, a toda una clase profesional. Tampoco pudo predecir las consecuencias a las que expuso a unos pobres soldados dominicanos. Mucho menos pudo figurarse que probablemente hay pacientes agradecidos cuyas vidas serán un poco mejor después de la intervención de los “pérfidos” médicos.

La joven periodista, a quien la inexperiencia ha traicionado, juzgó a unos profesionales que antes que nada son seres humanos. No entendió que la profesión médica es un sacerdocio así como el buen periodismo, ejercida por hombres y mujeres de carne y hueso. Que esos seres humanos fueron a una inhóspita y deprimente trinchera, no a mirar de lejos, sino a socorrer “metiendo mano”. Y que como seres humanos, a veces, actúan sin mayor consideración que un buen desahogo luego de momentos de mucha tensión. Se de otros profesionales que clamaron por ser sacados del lugar porque no soportaban la situación en Haití. De esos posiblemente nunca se hable. Pero sin embargo, se ha desacreditado a un gremio que fue a hacer lo que hay que hacer cuando la responsabilidad profesional y la solidaridad humana lo exigen. Es mi particular opinión que los médicos concernidos poco tienen de que avergonzarse.

Por mi parte, alzaré mi copa y brindaré por ellos, por cada paciente que recibió su desinteresado socorro y por los periodistas con discernimiento. En cuanto a la comunicadora, creo que sin mucho interés contemplaré su portafolio titulado “El poder de la semana” según divulgado en http://www.youtube.com/watch?v=rhB4BG1I65c. Salud.