Hoy es lunes. Un día después del Domingo de Ramos. Es decir, la Semana Santa apenas comienza. Pero eso… es otra historia.
Hoy lunes reseña la prensa que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió no adentrarse en el pantanoso caso de los prisioneros encarcelados en la Base Naval de Guantánamo. La petición de los prisioneros solicitaba, en apretada síntesis, se les celebrara juicio en cortes federales donde pudieran hacer una simple y llana pregunta: Por que razón (que excusa) estoy detenido.
Aun si la contestación a la pregunta fuera falsa, debería ser sometida a un escrutinio ante técnicos del derecho. Sin embargo, la aberrante realidad que atraviesan cientos de prisioneros no será revisada ni juzgada -por el momento- en los Tribunales de Justicia.
Hoy lunes reseña la prensa que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió no adentrarse en el pantanoso caso de los prisioneros encarcelados en la Base Naval de Guantánamo. La petición de los prisioneros solicitaba, en apretada síntesis, se les celebrara juicio en cortes federales donde pudieran hacer una simple y llana pregunta: Por que razón (que excusa) estoy detenido.
Aun si la contestación a la pregunta fuera falsa, debería ser sometida a un escrutinio ante técnicos del derecho. Sin embargo, la aberrante realidad que atraviesan cientos de prisioneros no será revisada ni juzgada -por el momento- en los Tribunales de Justicia.
Muchos de estos prisioneros llevan detenidos más de cinco años. Sin presentarles cargos, incomunicados y desarraigados de sus respectivas naciones. Muchos de ellos fueron detenidos, apresados o secuestrados durante la vorágine sin pies ni cabeza mal llamada guerra contra el terrorismo. La mayoría de ellos capturados en Afganistán. Son alegadamente terroristas. Extraídos de su ambiente fueron transportados a la base naval norteamericana localizada en Guantánamo. Miles de personas y países han protestado la operación carcelaria. Inicialmente, los carceleros norteamericanos no querían siquiera reconocer las normas del Tratado de Ginebra que le aplica a los prisioneros de guerra. Inventaron una nueva denominación para semánticamente confundir el sentido de justicia: se trata de “enemigos combatientes”. Esa es la etiqueta. Sin pruebas y sin juicio.
¿Alguna vez mencioné que la guerra era un antónimo de la razón? Quizás debo añadir que también es una burla. Cinco años sin acusación o descripción de cargos; cinco años desarraigado por completo; cinco largos años perdidos entre alambres de púas, ojos vendados y celdas estrechas. Es el tipo de broma pesada que nadie le haría ni a su peor enemigo. Llama la atención la edad de algunos de los detenidos: 67, 68, 72 y 94. A esa edad permanecer detenido por cinco años constituye de por sí una cadena de por vida sin siquiera habérsele radicado una acusación a los reos.
Con la decisión, por el momento, no existe el recurso de habeas corpus para los detenidos ni para los enemigos. Explicar el habeas corpus tiene pertinencia prácticamente poética. La determinación del tribunal, en relación a los peticionarios, se encargó de restarle toda su esencia pragmática. No existe para estos seres humanos a quienes se les mantiene como prisioneros en territorio norteamericano. Personas apresadas y trasladadas a ese territorio por personal de las fuerzas armadas norteamericanas o sus agentes. El Habeas Corpus, se instituyó en el reino de Inglaterra hace ya 801 años, es la piedra angular de la estructura judicial para garantizar la libertad y derechos de un ser humano frente a los abusos de poder en cualquier estado. Su propósito es reponer las cosas al estado anterior a la privación, perturbación o amenaza de dichos derechos. Es de carácter sumario y se autoriza cuando se prueba que la detención de una persona es ilegal. Ciertamente un concepto algo en desuso desde que el presidente de Estados Unidos, G. Bush le declaró la guerra al terrorismo.
Vivimos tiempos aciagos. Solo falta que la nueva semántica nos convenza de que lo que consideramos justo ya no lo es.