martes, 17 de mayo de 2016

La importancia de llamarse Bernie



Sanders being arrested at a 1963 anti-segregation protest in Chicago. He was later found guilty of resisting arrest and charged $25.

No sé si Bernie, de lograr la presidencia de EU, se convertirá en un sátrapa. Aunque por su trayectoria de más de 30 años me inclino a pensar que ese no es su caso. Si bien Bernie no es Martin Luther King, tampoco está lejos de lo que entraña aquel discurso I have a dream.
Dicho eso, me sorprende cómo aparece un pelotón ad hoc para fusilar a los más de cuatro mil estudiantes que se dieron cita en el Teatro de la UPR deseosos de ver y escuchar a Bernie Sanders. Oigo como le dicen a esas personas, sin  conocer la afiliación política de cada uno, que están traicionando al independentismo o al movimiento soberanista porque la presencia de por sí del candidato dentro de una primaria demócrata para la presidencia de EUA, valida la política norteamericana para Puerto Rico y los procesos electorales del imperio. He leído “los izquierdosos respaldan al candidato demócrata; que hipócritas son! ahora les gusta el sistema americano”.
El que haya asistido a una clase de filosofía y haya comprendido el tema de la lógica, tiene la herramienta para descubrir el razonamiento falaz utilizado. No se trata de plegarnos al sistema norteamericano. Se trata de desear para el prójimo y nosotros mismos las oportunidades que el sistema ha erosionado ante nuestra impávida presencia.Y ese ideario está en la boca y las acciones de Bernie desde hace décadas.
Ahora resulta que coincidir con el contenido de un discurso, nos hace parte de todo un régimen político. Creer en un sistema de salud universal no tiene lindero. Creer en una educación gratuita tampoco. Respaldar igual paga y un sueldo digno para el hombre y la mujer es un asunto intrínsecamente moral. Creer que como sociedad debemos ser más justos y dignos no es política. Puede que la política se sirva de estos ideales. Pero eso es otro asunto. Sanders no encarna al sistema político americano. Más bien es esta rara y fresca excepción que a contrapelo levanta su voz para de alguna manera traer algo de razón a la vorágine política.
Sus ideas no son del partido demócrata, ni del sistema de primarias norteamericano. Sus ideas son metas universales que traerían justicia y paz a quienes logren alcanzarla. 
Quizás hemos perdido la sensibilidad. El cinismo ha anquilosado nuestra capacidad de idear soluciones. Nuestra dependencia a satisfacer gustos particulares e inmediatos nos hace propensos a preferir los espejismos. Somos nosotros, los que en nuestra madurez abandonamos los ideales, no por imposibles, sino por difíciles. Y entonces, después de varias derrotas, nos sentimos con la autoridad de desalentar a los jóvenes que tienen el ímpetu y la ingenuidad necesaria para realizar cambios maravillosos, de modo que lo antes posible se conviertan en nosotros.