viernes, 7 de mayo de 2010
Escucho las Aguas de Marzo de Antonio Carlos Jobim. Parecería que estuviera escuchando un himno. Su melodía hechizante discurre precisamente como lo haría el agua en un arroyo. Cierro los ojos y la siento. Particularmente la versión de Elis Regina. Traducir su letra al castellano desluciría la pieza, y robaría todo su sentido. Es en portugués que la canción es una joya. Tanto así, que en el 2000 fue escogida como la pieza musical brasilera más bella jamás compuesta. No es una historia esta canción. Es un afluente de imágenes narradas al son de un bossa nova exquisito. Y aún asi, no es difícil tejer en la imaginacion una historia por cada una de sus imágenes. De ahí, a mi juicio, su encanto. Salud.
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