martes, 21 de octubre de 2008

Todos los días.

Difuminada y gris recala la mañana, hasta tornarse azul. El horizonte como una esperanza: a lo lejos. Y cuando avanza el día, el fragor y el calor se confunden…pero no son lo mismo. Luego llega la tarde, como un otoño inexpugnable, en un presagio de penas y amarguras. Y al hacerse la noche, oscura y profunda, te ves en el espejo de la soledad; sin ninguna estrella.