jueves, 12 de agosto de 2010

Microcuento... Ojos en el Espejo.

Cinco de la mañana. Suena el despertador. Apretó los puños asiéndose a la sábana en una contracción involuntaria.  Los ojos entreabiertos confirmaron la oscuridad que ya cedía su espacio a una lánguida y brumosa luminiscencia. Su primer pensamiento yace a su lado. El día se va entrometiendo con todo y alba por las ventanas. Como hábito glorioso, el recuerdo de un café le reclama. Sin embargo, ningún vecino ha madrugado tanto. Así que el aroma del café llegará más tarde. Como una visita inoportuna, la necesidad de orinar también se insinúa.

Se voltea de un zarpazo sobre la cama, e inicia la extrapolación de sus extremidades hacia el piso. Las losetas están frías y se sienten agradables en la planta de sus pies, más frías aún. Como si levitara, como si se acostumbrara nuevamente a caminar, un ligero desequilibrio le incita hacia la izquierda; al dar su segundo paso, el mismo desequilibrio le lleva a la derecha. Así sucesivamente y más o menos, como un péndulo que deambula en línea recta. Empujó la puerta del cuarto de baño, y se fue derechito a la poceta. Dio un movimiento lateral al lado opuesto de su corazón. Luego se inclinó hacia el lavamanos. Lentamente, su mirada que está fijada al desagüe del lavado, va en ascenso; sube por la porcelana blanca del aguamanil, recorre los grifos, luego las losetas de color crema adheridas a la pared, hasta encontrar el espejo. Un pánico a lo inusual lo golpea.Volteó de súbito y observó hacia la cama. Con ganas de llorar regresó la vista al espejo. Al tropezarse con aquellos ojos, se dio cuenta que ese día jamás despertaría.

domingo, 8 de agosto de 2010

Ay Dolores.

Dolores "Lolita" Lebrón
El pintalabios irradiaba desde su boca como una advertencia de tránsito. Pero ninguna advertencia suponía un obstáculo a la determinación que marcaban los tacones en su caminar resuelto. Por eso, Dolores, iba con boleto de ida y tres amuletos: una pistola de truenos para hacerse oír, la bandera de su patria que la rescataría del olvido y un escapulario para salvarse del infierno.

Abordó un tren con destino a la metrópoli. El ruido de la máquina sobre los rieles no alcanzaba silenciar el eco de un treinta de octubre. Era un primerísimo de marzo de 1954, y los árboles de cerezo en la Cuenca Tidal sospechaban una primavera distinta: La Reina de las Flores de Mayo llegaba a la capital el mismo día que, en Rogenlab*, los habitantes presenciaban dos amaneceres.
Prueba de la Bomba de Hidrógeno
Una vez frente al imponente edificio del congreso, Dolores aceleró su paso. Antes de entrar al hemiciclo, un vigilante le cruzó par de palabras en sajón, sin sospechar que hablaba con la Historia. Ya acomodada en el umbral de su Gólgota, Dolores sustrajo la bandera de la patria, hizo disparos al techo y gritó “Viva Puerto Rico libre.”

Rita Moreno
A los truenos de su pistola, le siguió una consigna que el mundo escuchó. No sé si su escapulario la rescató del infierno. Sí descubrí sin embargo, que ese mismo día, en la cubierta de la revista Life, Rita Moreno observaba coquetamente de reojo. Pero de esa mirada, muy poca gente se acuerda.


 
(*)El 1 de marzo de 1954 estará siempre en la memoria del pueblo de Rongelap como el “día del doble amanecer”, el día en que las cenizas cayeron del cielo. Está, fue la fecha en que los Estados Unidos de América hicieron explotar en Bikini una bomba de hidrógeno de quince megatones a la que bautizaron como Bravo. Desde aquel fatídico momento, la vida de los habitantes de Rongelap no volvería a ser igual.

jueves, 5 de agosto de 2010

Esperanza...

"Tenemos que hablar a la sociedad de esperanza, de algo brillante, limpio, de futuro, algo que aporte valentía y fuerza. Y eso es lo que voy a hacer. La primera palabra española que aprendí fue esperanza. Es bonita y dulce."
Kenzaburo Oé (Ose, Japón, 1935) Premio Novel 1994.

martes, 3 de agosto de 2010

A veces me olvido.

A veces olvido lo afortunao que he sido; las cosas buenas que me ha tocado vivir, y de las innombrables, que de algún modo construyeron lo bueno y lo malo de mi carácter. A veces olvido que, a pesar de que hay de todo en esta vida, la misma es tan corta que es inútil pretender tener todo lo que se anhela . Y cuando miro lo vivido no puedo más que dar gracias por haber recibido más de lo merecido. Por eso, comparto este poema de Juan Crisóstomo Ruiz, a quien seguramente no le gustaba su nombre como para verlo impreso en un papel. Quizá por eso firmó sus poemas como Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!