A veces olvido lo afortunao que he sido; las cosas buenas que me ha tocado vivir, y de las innombrables, que de algún modo construyeron lo bueno y lo malo de mi carácter. A veces olvido que, a pesar de que hay de todo en esta vida, la misma es tan corta que es inútil pretender tener todo lo que se anhela . Y cuando miro lo vivido no puedo más que dar gracias por haber recibido más de lo merecido. Por eso, comparto este poema de Juan Crisóstomo Ruiz, a quien seguramente no le gustaba su nombre como para verlo impreso en un papel. Quizá por eso firmó sus poemas como Amado Nervo
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario