lunes, 31 de diciembre de 2007

Noche de Ronda

La noche se abrió solícita para consolar mi desvelo. La piadosa invitación a la ronda me llevó a un lugar donde almas irredentas se consuelan a puro bolero. En otra época hubiera sido aquel sitio uno con niebla de cigarrillo. Sin embargo, algún prejuicio convertido en ley prohibió fumar y eliminó la bruma, circunstancia irreemplazable en el espíritu cabaretero.

En el sitio, un piano y una voz tallaban añoranzas. Poemas musicalizados con la fuerza del despecho.

Escuché cada bolero ensimismado. Cada pieza un corazón, cada canción una rabia, cada número un desconsuelo en la voz almibarada de la intérprete. Entre boleros quedé adosado al sentimiento de aquel interrogatorio voraz, compuesto por Myrta Silva, que recrimina punzante ¿Qué sabes tú lo que es pasar la noche en vela? ¿Qué sabes tú lo que es querer sin que te quieran?
Mis acompañantes intentaron sacarme del sopor. Pero la terquedad de mi corazón impidió que abandonara mi ejercicio de flagelación. En eso comienza redentóramente "Mi Versión", compuesta por Sylvia Rexach. Amor “es vibración que en el alma comienza y se extiende tanto que ya ni se piensa. No se piensa en el deber, ni se piensa en el honor…”. Antes de que termine la interpretación percibo que mi compañía ha ido en busca de su propia definición. Estamos en comunión.

El bodegón recibe tránsfugas en desvelo. El recinto se va llenando con toda clase de amantes. Les observo con disimulo. Veo la palidez de la soledad en cada semblante. Respiran concupiscencia. En ese preciso momento me percato –y parecería una coincidencia- que cantan el taciturno relato de Pablo Milanés que reza “Todavía no pregunté: te quedaras, temo mucho a la respuesta de un jamás, la prefiero compartida antes de vaciar mi vida, no es perfecta mas se acerca a lo que yo simplemente soñé". Los que se aproximan quedan suspendidos, atrapados en un triste consuelo. Y aunque es variado lo que trae la noche, conozco las miradas. Me fijo en sus rostros y comienzo a leer sus labios. Todos, o al menos los que realmente lo sienten, van coreando la sencilla explicación de Ernesto Duarte "Mas no sé, no sé decirte cómo fue, no sé explicarme qué pasó, pero de ti me enamoré". Preciso que conocen bien la historia.

Una petición invade el repertorio. Alguien propone otro número. “La Puerta”, se le escucha suplicar. Intento recordar cual es la letra. Luís Demetrio la compuso, y seguramente lo hizo luego de uno de esos desengaños, que como un zarpazo de tigre, jamás cicatriza. “La puerta se cerró detrás de ti. Y así detrás de ti se fue mi amor. Creyendo que podría convencer, a tu alma de mi padecer”. El solicitante permanece con los ojos cerrados mientras escucha. Sus labios pronuncian cada sílaba en silencio. Creo entender porqué. Una “Obsesión” seguramente. “Por alto esté el cielo en el mundo por hondo que sea el mal profundo no habrá una barrera en el mundo que este amor profundo no rompa por ti”.
Que me perdone la autora, pero ya no la recuerdo.

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