Cubro el horizonte con la vista para
encontrarme la magia de la vida que palpita. Veo los lagos, las aves. Canes y
mininos. Grillos en su serenata a gritos. Las olas que hoy no descansan. Niños
en los columpios. La brea que se pisa a diario. El caballero bien vestido, la
dama que se maquilla. El mendigo que extiende la mano. Y luego pienso en Gaza.
Con la edad promedio de diecisiete años. Tres veces caben en mi vida, aun así
me sobran algunos años. Y basta un solo segundo… o quizás es demasiado. Todo lo
que puede desaparecer en un segundo. Un túnel, un edificio, una calle, un
barrio, una familia. Una perdida oculta en el discurso de ambos bandos. Y como
siempre, aquellos que quedaron en la línea de fuego con una ingenuidad rayana
en pesadilla, no viven para contarlo. Y
leo quienes se escandalizan por las imágenes del descuartizamiento; los
bracitos tirados por todas partes y ese mar rojo que siempre discrimina.
Me duele Gaza porque está lejos y no puedo
sino mirar un paisaje contrario. Ese pueblo que tiene tanto derecho o más. Ese
pueblo timado y acorralado. Me duele Gaza cuando alguien justifica las bombas,
los morteros los francotiradores, los tanques y los cohetes. Me duele cuando la indignación no atraviesa
los mares ni los polos ni nada. Y me duele cuando ni Ala ni Jehová suman su
misericordia. Otra mentira, otra hipocresía.
1 comentario:
A mi tambien me duele Gaza
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