jueves, 16 de octubre de 2014

A mi hermanito Boti.



Son pedacitos que van quedando por ahí.  
El desprendimiento nuestro de cada día.
El fluido que apodamos vida en descenso hacia las rías, a mi me lleva más lento para que llore mis muertos.
Convertido en el auditor de los recuerdos, recreo tu cabello acaracolado y aquellos ojos chinos: la raza multilateral de tus agobiados tejidos.
Hermano por disposición de la afinidad, acorazada con sinceridad y cariño.  
Nueva York como nunca lo vi, gracias a tu mano.
Y aquel halago inmerecido, de que fui yo en algún momento el tipo más cool que habías conocido. 
Hermanito, ¡mandala de mi universo!   Sé que eres tú, en este viaje, la primera clase.

miércoles, 30 de julio de 2014




Cubro el horizonte con la vista para encontrarme la magia de la vida que palpita. Veo los lagos, las aves. Canes y mininos. Grillos en su serenata a gritos. Las olas que hoy no descansan. Niños en los columpios. La brea que se pisa a diario. El caballero bien vestido, la dama que se maquilla. El mendigo que extiende la mano. Y luego pienso en Gaza. Con la edad promedio de diecisiete años. Tres veces caben en mi vida, aun así me sobran algunos años. Y basta un solo segundo… o quizás es demasiado. Todo lo que puede desaparecer en un segundo. Un túnel, un edificio, una calle, un barrio, una familia. Una perdida oculta en el discurso de ambos bandos. Y como siempre, aquellos que quedaron en la línea de fuego con una ingenuidad rayana en pesadilla, no viven para contarlo.  Y leo quienes se escandalizan por las imágenes del descuartizamiento; los bracitos tirados por todas partes y ese mar rojo que siempre discrimina.
Me duele Gaza porque está lejos y no puedo sino mirar un paisaje contrario. Ese pueblo que tiene tanto derecho o más. Ese pueblo timado y acorralado. Me duele Gaza cuando alguien justifica las bombas, los morteros los francotiradores, los tanques y los cohetes.  Me duele cuando la indignación no atraviesa los mares ni los polos ni nada. Y me duele cuando ni Ala ni Jehová suman su misericordia. Otra mentira, otra hipocresía.