miércoles, 16 de mayo de 2012

Nolo Contendere


¡Juez, es usted un cerdo!
“¿Cómo ha dicho? Ha incurrido usted en un  d e  s a  c a  t o. Alguacil, llévese a este facineroso engallado y enciérrelo. El tribunal entra en receso”.
“Todos de pie”, dijo el alguacil vestido con una pelliza como de niño, gordo y grandulón y de pelo acaracolado.
El magistrado se levantó de su silla localizada en el estrado. Su amplia toga de color violeta oscuro y con puñetas en encajes de bolillo, parecía una carpa que se alejaba flotando.
Cuando el juez dio la espalda a las personas en la sala, un carnicero que por allí aguardaba su día en corte miró con asombro que,  por debajo de la toga, dos patitas de marrano soportaban el cuerpo de aquel funcionario.

martes, 15 de mayo de 2012

1:59


1:59 de la madrugada. Piso veinticinco. Despierto y observo el techo. Escucho tránsfugas en sus vehículos de un lado para otro. Comienzo a contar los picos del estucado. El sonido del acondicionador de aire parece el zumbido de una abeja gigante: monótono y eterno hasta que lo apague. Entonces, hasta el calor hace ruido.
Por mi pensamiento vagabundean escenas y recuerdos. Recuentos de asuntos pendientes; evocaciones de lo mal dicho. Y aguardo con algún grado de angustia que llegue mi sueño.
“Todo anda bien. Es cuestión  de tiempo.”  Me lo ha dicho el monstruo que se asomó por la ventana.