martes, 3 de mayo de 2011

Realidades

"Justice," Barack Obama called his death. In the old days, of course, "justice" meant due process, a court, a hearing, a defence, a trial. Like the sons of Saddam, Bin Laden was gunned down. Sure, he never wanted to be taken alive – and there were buckets of blood in the room in which he died." Robert Fisk, The Independent.


Hace unas horas el nieto de una reina de occidente contrajo nupcias y atrajo las miradas de medio mundo. Beatificaron a un ser humano elevándole a rango de santo. Y en Libia un proyectil teledirigido de la OTAN asesinó al hijo y a tres nietos de un dictador. Realidades.
Y la OTAN continuará bombardeando. Alegan que el proyectil no iba dirigido a los civiles. He escuchado esas historia muchas veces en los últimos 30 años. Y me cuesta mucho pensar que haya gente que se lo crea. De todos modos ¿Cuál es el propósito de un bombardeo? Luego nos dirán todo eso a lo que nos tienen acostumbrados: vamos por la libertad, por la justicia, por los derechos humanos. Boom! Otra bomba destroza civiles, calles,  propiedades, infraestructuras que costaron sudor y lágrimas a otras generaciones. ¿Qué justicia hay en todo esto?
También nos llega la noticia de que mataron al terrorista Osama Bin Laden. Muchos celebran como cuando se gana una lotería. Y me pregunto, ¿acaso no hay una cadena de mando cuando de hacer la guerra se trata? Por eso la oportuna aclaración de Obama, cuando afirma que no hay una guerra contra los musulmanes. Occidente necesita esa aseveración.  Y también por ello, automáticamente, todas las embajadas de Estados Unidos refuerzan su seguridad. La consecuencia es impredecible. ¿De verdad toma diez años, miles de vidas y un trillón de dólares matar a Bin Laden?
 Sería maravilloso que con el fallecimiento de Bin Laden -y todo lo gastado- terminara la “Guerra contra el Terror”. Pero ¿qué de los herederos del odio? El que perdió a su padre, a su hermano, a sus hijos; el que perdió una extremidad, la vista; el que quedó huérfano, el que vio su pueblo devastado por las bombas… ¿acaso no son éstos los Bin Laden del futuro? Qué de aquellos entrenados para servir en un bando y que luego se sientan traicionados. Está ocurriendo a lo largo y lo ancho del Medio Oriente. Y qué de las tropas desplegadas en las latitudes, en pueblos que no comprenden las razones ni hallan justificación para tener un ejército extranjero dentro de sus fronteras. Hay luz al final del túnel y la provoca otra bomba.
Lamentablemente no encuentro razones para optimismo.  Y no las encuentro porque desde hace casi veinte años hay intervenciones sangrientas en el mundo árabe.  Hay una deuda muy alta que muchos fundamentalistas musulmanes –supongo que entre mil quinientos millones de creyentes existen bastantes extremistas- no están dispuestos a condonar.
Escuché a Hillary Clinton, Secretaria de Estado, lanzar una advertencia a los talibanes. Les pide que se unan a procesos pacíficos. Viniendo esto de un país que ha estado en todas las guerras de los últimos doscientos años ¿Qué credibilidad puede dársele? No se está pidiendo paz en ese mensaje, aunque la palabra conste en la expresión. Se está pidiendo sumisión. Y la sumisión crea rencores. O sí. Profundos rencores. No es que esta guerra no se pueda ganar. El estado perenne de beligerancia en el que nos tiene sumido occidente es de por sí la mayor derrota. ¿Terminada la Guerra Fría, qué ha sucedido en el mundo para que no haya paz? Es una pregunta retórica.
“El mundo es un lugar más seguro” dice el presidente norteamericano tras la muerte de Bin Laden. Recuerdo que alguna vez leí que la Primera Guerra Mundial era necesaria para acabar con todas las guerras. Aguardo con mucha preocupación las próximas razones y excusas que nos darán para continuar en ellas. Sé que los del otro bando, tienen las suyas. Esa es otra realidad. En cuanto a que el mundo es más seguro…me pregunto si Bin Laden y su esposa tuvieron tiempo de comentar sobre la boda real.

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