lunes, 16 de mayo de 2011

Casualmente... esa canción.


Fue todo una casualidad. Una alineación de casualidades, comenzando por el viernes trece y la decisión de irme a la montana. Mi adorada montaña. La que para llegar se deja manosear el cuerpo. La de los verdes profundos. La que huele a fresco con el aderezo de una pertinaz lluvia que no se conforma con perfumarlo todo. Fue toda una casualidad. Fue una casualidad la Luna. La Luna en esa lucha por sostener su brillo entre la niebla. Y la música. Una conjunción de casualidades.  De dulces casualidades… y amargas también.

Ya en el monte escucho Bridge over troubled waters, interpretada por el único capaz de cantarla como si fuera una pieza fuera de este mundo, Elvis, El Rey. Otra casualidad. No, no es casualidad que cuando escucho esta versión, entre el monte, la lluvia y una luna resignada a no robarse la función, se me humedezcan los ojos. Tampoco es casualidad la helada caricia de esta montana. Casualidades. Perversas casualidades. Nadie tiene la culpa. Don’t Be Cruel. Es solo el nombre de la próxima canción. Y otra casualidad que la interprete el Rey. Habría que estar ahí para entenderlo. Pero antes de que comience la otra pieza, Memories. De momento comienzo a creer nuevamente. No sé por qué. Y sin que nadie lo invite, Eric Clapton canta Laila, ese himno a la única otra patria que existe en este mundo… 

1 comentario:

Anónimo dijo...
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