
Rio Piedras, Santurce y el Condado. Luego la Isleta de San Juan. Sus parques; la orilla del mar y el azote adobado del salitre nos dan a probar el viento. Esguince a los coches por la avenida. Y un plano cinematográfico de gran objetivo nos muestra las murallas de San Cristóbal en un ardid histórico. Se sube uno a la Norzagaray, la calle que mejor mira al Norte, y que, como un cinturón, se convierte en frontera con La Perla. Así se anda de muralla en muralla. Como un picaflor. Entra uno al otro mundo, a otra época y te das cuenta que te alistas en el desbocado patio de El Morro. Das la vuelta y sin querer desciendes a La Rogativa. Y, allí, te detienes. Y ves porqué alguna vez la Isla fue San Juan, y San Juan fue Puerto Rico.
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