
Fue en el 1987 que visité este paraíso angloparlante y prieto. Una de las cosas que más me llamó la atención fue observar una fortificación colonial amurallada, vigilante hacia el mar, pintada a brocha color blanco, como se pinta una casa. Aquello era una mancha en el horizonte. Ahí me di cuenta que esta gente hacía las cosas de otro modo. Habiendo visto yo varias plazas fuertes en su estado original, aquel fortín daba al traste con el pasado y el presente.
En aquella ocasión estuve solo horas en Kingston. Mi destino final era Negril, al Oeste de la Isla. Si bien Jamaica parece un paraíso pude ver por los intersticios de su gente que había algo rancio entre tanta belleza. En ruta hacia Negril vi casas de campañas desparramadas por doquier y vi miseria. Algún tiempo atrás un huracán
Ahí entra Christopher Dudus Coke. Un hombre de 42 años que mantiene un imperio de drogas y además licita y obtiene contratos oficiales para realizar obras al propio gobierno. En esas gestiones salpica a la gran mayoría de los burócratas y políticos. Se ha enraizado como benefactor de su comunidad, Tivoli Gardens.

Desde su estancia de poder, se dice, Dudus ha provisto a comunidades de aquello que el Estado –por la razón que sea- no tiene capacidad de brindar en cumplimiento del contrato social. Eso lo hace un hombre peligroso. Supongo que para su gente, Dudus Coke es como un Robin Hood. Con ese nombre y la lealtad que muestra por él la gente de su barrio, no dudo que se convierta en un mito; en una de esas leyendas que solo nacen en el clandestinaje, y solo se conoce y perdura de boca en boca. Dudus Coke de Tivoli Gardens.
Estados Unidos dictó auto de extradición en contra de Dudus a mediados de mayo de 2010. Jamaica rehusó extraditarlo. Pero por algún ejercicio “diplomático” el primer ministro ha ordenado su captura. La presión fue demasiada. A ese mismo primer ministro se le relaciona en su circunscripción con el fugitivo. Lo que me lleva a pensar cuán turbio es todo esto de la política, la democracia y el tráfico de drogas. Lo que me lleva a pensar que mientras alguien necesite ser electo por una mayoría de votantes, habrá quien venderá su alma al diablo en más de una ocasión, sin importar en qué infierno transige, con tal de aferrarse al poder. Y en más de una ocasión traicionará a cuantos tenga que traicionar para adquirir el voto de una masa de pobres infelices, de los que luego se olvidará. Y entonces saldrá un Christopher Dudus Coke. Y otro y otro y otro.
No sabemos cuánto costará su captura. Mil efectivos armados hasta los dientes, en una andada desquiciada, busca al prófugo puerta por puerta. Miembros de la comunidad Tivoli Gardens se lanzaron a la calle y quemaron varios cuartelillos de la autoridad oficial. Se dice que muchos de estos ciudadanos darían la vida por Dudus. Por lo pronto, se dice que han
muerto 60 personas y hay doscientos heridos. Civiles en su mayoría. Ese mal llamado “daño colateral” es de seguro entre desposeídos y gente de a pie que se siente en deuda con Dudus.
Los que miramos desde lejos, fácilmente nos confundimos. ¿Será Dudus Coke un tipo tan malo que requiera que, con tal de capturarlo, se mate tanta gente? ¿Vale la pena pagar el precio de ajusticiar a alguien, a costa de que muchos otros perezcan ignominiosamente, y defendiéndolo?

Los que miramos desde lejos, fácilmente nos confundimos. ¿Será Dudus Coke un tipo tan malo que requiera que, con tal de capturarlo, se mate tanta gente? ¿Vale la pena pagar el precio de ajusticiar a alguien, a costa de que muchos otros perezcan ignominiosamente, y defendiéndolo?
Claro, Robin Hood solamente existe el Bosque de Sherwood.
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