
Hoy, iría al psiquiatra si no fuera por el espanto que me causa un posible diagnóstico de locura incurable, y a pesar de ello, se empeñe el aludido en medicarme.
Hoy, puedo idearme todas las excusas posibles para afrontar el día de mañana, rindiéndome a la rutina, sin siquiera intentar alimentar mi corazón con una experiencia única.
Hoy, puedo criticar. Lamentarme por todo lo que quise ser y no he sido, y perderé el valioso tiempo de vivir con intensidad lo que soy.
Hoy, puedo cuestionarme por qué quiero a quien quiero; perder el tiempo escudriñando otra vez, sin darme cuenta que querer como quiero es el presente que siempre anhelé.
Hoy, puedo sentarme y no hacer nada; dejarme ir con el tiempo, en vez de cabalgar y hundirle las espuelas de mis ganas a esta vida que no es ni ayer ni mañana, que es solo… hoy.
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