Lo triste no es que haya fallecido sino que lo hizo cuando muchos lo sabíamos inmortal. Siempre es bueno ser coetáneos con figuras indestructibles. Lo velaron en un lugar que llaman “Los pasos perdidos”, nada inverosímil si se considera que nació en “Paso de los Toros”. Alguna broma de la vida habrá en todo esto. En su palabra escrita existía un protocolo para vivir que nunca nadie nos enseña.
Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, uruguayo, liberal y altruista llegó a mi vida en la mano de una buena amiga -generosa ella también- y se fue en el año preciso en el que las advertencias provenientes de sus ideales, se convertían en una dolorosa realidad tanto para los que soñamos utopías como para los que piensan o actúan como si la vida no valiera nada.
Fueron sus versos sencillos y cotidianos, expresados del modo más asequible lo que me convenció de seguirle “los pasos” aunque para ese entonces mucho había caminado Don Mario. De hecho, casi todo lo que leí de su obra más que pasos eran huellas. Le fui conociendo poco a poco, aunque valga la redundancia, muy poco. A penas conozco alguno de sus poemas y cuentos. Pero los que leí me mostraron su rostro y alma. Poeta y cuentista de todos, Don Mario.
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